Un cliente ideal es un reflejo de nuestro cliente final o público objetivo, ese reflejo o imagen se construye a partir de una serie de datos y observación del medio en el que se mueve nuestro producto o servicio. El objetivo de segmentar a nuestro cliente potencial es entender qué necesitamos hacer para llegar hasta ese nicho de mercado.
¿Cómo podemos averiguar quién es nuestro cliente ideal?
Lo primero que haremos será observar los comportamientos sociales y de los diferentes grupos que en ella se mueven, a partir de ahí nos iremos planteando las siguientes cuestiones:
- ¿Cuál es la información demográfica de esas personas?
- ¿En qué trabajan esas personas y cuáles son los ingresos que pueden obtener por sus trabajos?
- ¿Cuáles son los ciclos y horarios de su trabajo?
- ¿Cuáles pueden ser sus necesidades diarias?
- ¿Dónde buscan información sobre los productos que están buscando?
- ¿Cómo podemos satisfacer las necesidades que les van surgiendo?
- ¿Por qué podrían preferir mi producto antes que el de la competencia?
- Entonces… ¿Cuál puede ser el valor añadido de mi producto/servicio?
Una vez que tengamos estos datos, podremos establecer la arquitectura de nuestro cliente potencial y si lo extrapolamos correctamente ya tendremos el primer paso para cualquier estrategia de marketing que se precie. Conocer a ese público o cliente ideal nos dará una idea muy clara sobre qué tipo de contenidos en redes o blogs les gustaría ver, de esta forma nos aproximaremos más a ese consumidor que quiere adquirir nuestro producto o servicio.
Evidentemente, un “buyer persona” o cliente ideal es aquel que está dispuesto a pagar por lo que ofrecemos en nuestra empresa y es aquel que hace que nuestro negocio crezca y prospere, con lo que debemos rentabilizar al máximo esa información que nos va ofreciendo con sus patrones de comportamiento.
Cuando impartimos un taller o visitamos a un cliente, es muy común escuchar por parte del empresario o emprendedor que su público objetivo es “todo el mundo” y esta creencia es lo que muchas veces no les permite evolucionar en sus aspiraciones empresariales.
Te ponemos un ejemplo: si tienes un negocio de ropa infantil el usuario final será el niño o niña, sin embargo las compras las realizarán los padres; con lo cual, iremos clasificando por barrios en nuestra ciudad edades y valorar si nuestro estilo de productos lo adquieren más los padres o las madres.
¿Ves? De esta manera el público se limita a un sector y podremos optimizar nuestros recursos de una manera más efectiva y económica para dar con nuestro cliente ideal.